Placer convertido en dolor. Lecciones aprendidas al sufrir. Preguntas marcadas en mi mente, sobre si el amor tiene un toque humano. Estos pensamientos, como el salmón nadan río arriba en las lágrimas de tu engaño. Luchar contra la corriente duele. Muere mas de lo que nace por el caos de nuestras emociones; caóticas por el ancla de la flecha de Cupido lanzada desde la nave de mi enamoramiento inmortal. La separación no es simple. Como la distancia entre nosotros, mi mente ya no poseída por los demonios que supervisaron mi esclavitud a tus mentiras. Semillas de estas mentiras profundamente arraigadas destruyeron los cimientos de lo que compartimos, permitiendo que la fe sellada dentro brotara como un río. Rasgando de mis pensamientos la imagen de un  futuro juntos violenta y brutalmente como si arrebataran a un niño de los brazos de su madre. Quede rodeado de oscuridad, pero me niego a que me devore. Mi soledad es como el aire nocturno, invisible al ojo, evidente al tacto en su fría incomodidad. Aun si pudiera hacer todo otra vez, lo haría bajo la misma piel. Recostarme y que el amor muera, morir y que el amor se recueste. No, no. Yo no. Viviré y dejare que el amor vuele. Aunque haya visto  su forma oscura, el engaño. Nada se siente tan tibio, ni tan dulce.